Se llama FAP al convertidor catalítico del vehículo que en la parte del tubo de escape es capaz de atrapar las partículas de hollín de gran tamaño que se generan como residuo en la combustión del motor.
El filtro de partículas captura cerca del 99% de los elementos contaminantes que se generan en la combustión, evitando que se liberen a la atmósfera. Éstos son almacenados y eliminados (generalmente, de manera automática en casi todos los vehículos) en un proceso de aumento de temperatura llamado regeneración.
Circular con el filtro antipartículas sucio (es decir, obstruido) puede causar problemas directos en el motor del coche, como rotura del turbo, contaminación del aceite del motor o daños mecánicos en las piezas internas de fricción.
Si se enciende el testigo contaminación del filtro de partículas, se debe ir al taller a la mayor brevedad para limpiar y regenerar el filtro y volver a valores de emisiones correctos, evitando así producir una avería mayor en el vehículo.